2 ago 2009

Descubrimiento, conquista de América y Chile


Descubrimiento y conquista de América
En el siglo XV se desarrolla en Europa un proceso multicausal que trae consigo la exploración de nuevos territorios y el consiguiente descubrimiento y conquista de América. La expansión europea, tiene como primer factor el desarrollo del capitalismo, la búsqueda de nuevos mercados y nuevas rutas para hacer más expedito el comercio con oriente. Desde Asia se importan especias como la pimienta, los clavos de olor, las sedas, el té e innumerables productos, haciendo necesario agilizar el transporte y comercialización de los mismos. Esta situación motiva las innovaciones tecnológicas en la navegación, ya sea en el tipo de barcos, la forma de medir la distancia recorrida o las estrategias para mantener el rumbo, permitiendo así, abarcar grandes distancias en tiempos más reducidos. Paralelo al desarrollo económico, se produce un cambio en las creencias e ideologías, que lleva a instalar al hombre como sujeto de la historia. Las costumbres medievales austeras son remplazadas por un espíritu mundano que aspira a la fama y riqueza material.
En este contexto, y en busca de una ruta más corta para llegar a Asia, Cristóbal Colón arriba a la isla Guanahani o San Salvador de las Bahamas, el 12 de octubre de 1492. Convencido de haber logrado su objetivo, el almirante genovés regresa con las buenas nuevas a España causando la mayor de las expectaciones y procediendo a realizar tres viajes más que dan inicio a la empresa de conquista. Al comprobar los europeos, que las tierras a las que arriba Colón son desconocidas se intensifican los viajes, y los Reyes Católicos Fernando e Isabel, se aseguran a través del papa Alejandro VI el privilegio y exclusividad del acceso a las nuevos territorios. Este beneficio se obtiene a través de documentos conocidos como "bulas papales", en donde por tradición los pontífices tienen el derecho de donar tierras habitadas por "infieles" a aquellos gobernantes cristianos, con el fin de proceder a su evangelización. En 1493 se dictan cinco bulas concediendo a la corona de Castilla, el territorio situado al occidente de una línea imaginaria trazada de polo a polo, a cien leguas de las islas Azores y Cabo Verde.
En un comienzo, el desarrollo de la conquista tiene un carácter puramente comercial, ya que los españoles se encuentran con una serie de productos desconocidos para ellos, como la papa, el cacao, el tomate y el tabaco, además del oro y la plata. Sin embargo la reacción de los indígenas va cambiando en la medida en que comprueban que la relación no es simplemente comercial, sino un paulatino proceso de invasión.
Rápidamente, los yacimientos de oro y plata se convierten en el objetivo central de los europeos, ya que las riquezas extraídas son usadas para cancelar los costos de las huestes conquistadoras y continuar con la organización territorial. Se crean asentamientos, se construyen fuertes y se fundan ciudades para la administración del territorio, la provisión de recursos, el desarrollo de cultivos para la alimentación, y la organización y difusión de nuevas expediciones conquistadoras. El descubrimiento y conquista de Chile, comienza alrededor de 50 años después que Colón pisa por primera vez el suelo americano, y está supeditado a la dominación del Perú, ya que allí se originan las expediciones y el financiamiento y mantención de las huestes. El proceso de conquista es prolongado y duro, tanto por las características geográficas del territorio, como por la tenaz resistencia del pueblo mapuche, demostrada en los más de trescientos años de la llamada guerra de Arauco.

Descubrimiento y conquista de Chile

Luego de la ocupación del imperio inca, la monarquía española divide el área conquistada, en tres gobernaciones, La Nueva Toledo, al mando de Diego de Almagro, localizada 200 leguas al sur desde el límite de las tierras otorgadas a Francisco Pizarro, hasta el paralelo 25°, a la altura de lo que hoy sería Taltal. Desde allí hasta el paralelo 36° se asienta la gobernación de Nueva Andalucía, a cargo de Pedro de Mendoza. Y finalmente Nueva León, a cargo de Simón de Alcazaba, en el extremo sur. Estas divisiones administrativas son establecidas por la corona a petición de los mismos conquistadores, para evitar rivalidades, ya que todos ellos desean estar en la misma posición de Pizarro. Sin embargo, los territorios que se ubican al sur del imperio inca, están aún sin explorar, y no se sabe si existe en ellos riqueza semejante a la de Perú.
Almagro comienza su expedición hacia el sur, hacia las tierras que los incas llaman Chili o Tchili, que en quechua significa frío o nieve, en 1535 con alrededor de 500 soldados y artesanos preparados en diversos oficios; un grupo de indígenas que sirven de guías, interpretes y cargadores; y un grupo de esclavos negros. En abril de 1536, tras varios meses de marcha por los actuales territorios de Bolivia y Argentina, llegan al valle de Copiapó, donde son recibidos por los pobladores nativos. Una vez instalados, parten desde allí nuevas expediciones al sur. Una de ellas, a cargo de Gómez de Alvarado, llega hasta el río Maule encontrándose con los pueblos mapuches que, a diferencia de los grupos del norte, se muestran hostiles y belicosos con los recién llegados. Al cerciorarse que las tierras no cuentan con ninguna de las riquezas que abundan en Perú, y que los nativos no están dispuestos a ser dominados fácilmente, Almagro decide volver a Cusco, en donde se enfrenta con Pizarro.
El fracaso de la expedición de Almagro desalienta nuevas empresas hacia Chile, situación que se revierte en el momento en que Pedro de Valdivia decide organizar un segundo viaje, con una pequeña hueste. Valdivia parte desde Cusco, y sigue la ruta del desierto de Atacama. Luego de varios meses de marcha, el 13 de diciembre de 1540, llega al valle del río Mapocho. Acampa en las proximidades del cerro Huelén al que rebautiza con el nombre de Santa Lucía. Desde allí se organizan expediciones para conocer la zona, y luego de dos meses, el 12 de febrero de 1541, Valdivia funda a orillas del río Mapocho la ciudad de Santiago, la capital del nuevo territorio. La ciudad, siguiendo las pautas españolas, se traza en forma cuadricular de modo semejante a un tablero de ajedrez. Se le asigna a cada uno de los miembros expedicionarios un terreno, convirtiéndose así en vecinos. La ciudad va irguiéndose lentamente, las casas, la iglesia, el cuartel, todo hecho con materiales como barro, madera y paja.
Gracias a las sucesivas exploraciones del territorio, Valdivia descubre el lavadero de oro de Marga- Marga, cerca de la desembocadura del río Aconcagua. Comienza su explotación y la construcción de un barco, para conectarse directamente con Perú. Todas estas actividades las desarrolla con mano de obra indígena, que hasta ese momento aparece como cooperadora y servicial. Sin embargo, cuando todo parece bajo control, los picunches del valle de Aconcagua, encabezados por el cacique Michimalonco, asaltan sorpresivamente el lavadero, matando a una docena de españoles. Valdivia creyendo que se trata de un ataque masivo, sale al encuentro de las huestes dejando desprotegida la ciudad de Santiago, la que es incendiada por los indígenas. Los pobladores y sobrevivientes del ataque, viven alrededor de dos años, en una situación de extrema precariedad. En 1543 llega a Valparaíso, desde Perú, un barco con provisiones enviado por Alonso de Monroy, quien a su vez había sido enviado por Valdivia en busca de ayuda. Con estos nuevos refuerzos, los españoles recuperan su fuerza y movilidad, extendiendo la conquista hacia el sur, a través de la fundación de ciudades. Entre ellas: Concepción -en la desembocadura del río Biobío- Imperial, Angol, Villarrica y los fuertes de Tucapel, Purén y Arauco. El pueblo mapuche opondrá una tenaz resistencia a este avance español, en la llamada guerra de Arauco.

Inicio de la Guerra de Arauco

La relación entre indígenas y conquistadores es en muchas ocasiones conflictivas. En Chile, ese enfrentamiento se da con el pueblo mapuche, y se extiende por casi trescientos años. Una primera fase tiene lugar en los comienzos de la conquista. Es llamada guerra ofensiva, ya que los mapuches no sólo se resisten a que sus tierras sean ocupadas, sino que también atacan a los españoles con la esperanza de expulsarlos del territorio. Una segunda fase, que se establece ya consolidada la Colonia, es la denominada "guerra defensiva", en donde los enfrentamientos tienen como objetivo la resistencia permanente a la dominación del territorio.
El primer alzamiento se produce en 1550, en la zona de Tucapel. Allí muere Pedro de Valdivia, generando un gran conflicto respecto de quien ocupará el cargo de gobernador. Uno de los candidatos, Francisco de Villagra, se enfrenta en reiteradas ocasiones con los mapuches, liderados por Lautaro y sus guerreros, sin éxito. Concepción queda prácticamente despoblada, y el pánico se apodera de los habitantes de Santiago. Finalmente Villagra logra apresar a Lautaro, mientras el Virrey del Perú nombra Gobernador de Chile a su propio hijo, García Hurtado de Mendoza.
Al llegar a Chile con un numeroso ejército, el nuevo Gobernador organiza una campaña contra los mapuches que durará quince meses. Durante ese tiempo repuebla la ciudad de Concepción, reconstruye el fuerte Tucapel y funda las ciudades de Osorno y Cañete. Hurtado de Mendoza, también enfrenta a Caupolicán, sucesor de Lautaro y nuevo líder de las rebeliones, capturándolo y asesinándolo cruelmente. En 1561, Mendoza regresa al Perú, creyendo haber sometido a los mapuches, que en realidad sólo se han replegado esperando condiciones más adecuadas para atacar. Francisco de Villagra asume el cargo de gobernador, y ese mismo año estalla el segundo levantamiento. Requiere un período de seis años aproximadamente, controlar la situación. Tres son los gobernadores que tienen que lidiar con los enfrentamientos bélicos.
Posteriormente se suceden treinta años de relativa tranquilidad. Sin embargo, las autoridades gubernamentales no pueden ingresar aún al territorio. Esta aparente calma, se rompe bruscamente el 23 de diciembre de 1598, en el combate de Curalaba, durante el gobierno de Martín García Oñez de Loyola, quien muere en los enfrentamientos. Se da inicio así, al tercer levantamiento general, posiblemente el más cruento. Prácticamente todo el sur, incluyendo las ciudades Santa Cruz, Chillán, Villarica, La Imperial, Osorno, Valdivia y Angol, con sus haciendas, fuertes y lavaderos, quedan desvastadas. La reacción española al desastre, no es menos violenta, dado el pánico que produce la insurrección mapuche. Se desata entonces una guerra cruel y sangrienta. La corona española decide tomar cartas en el asunto, designando como gobernador a Alonso de Ribera, un experimentado militar. Se construye una frontera sobre la base de fuertes, cercana al río Biobío, y con el propósito de ir lentamente penetrando el territorio mapuche. Para ello se cuenta con un ejército permanente que se mantiene en la frontera. A pesar de lo anterior ninguna de estas estrategias resulta exitosa.
Otra de las medidas extremas, es la de esclavizar a aquellos indios rebeldes que son capturados. El decreto es dictado en 1608 por Felipe III. Esto intensifica los abusos ya que entonces la guerra cobra un incentivo adicional. Muchas veces se captura a los indígenas que se encuentran ajenos al conflicto, sólo por el interés de esclavizarlos. Entre 1612 y 1625, se desarrolla lo que se ha denominado la guerra defensiva, atribuida en gran parte al sacerdote jesuita Luis de Valdivia. Este se opone tenazmente a la esclavitud indígena, denunciando los malos tratos a que son sometidos. Si bien en 1612 logra suspender la cédula que declara esclavos a los indios rebeldes, y el mismo se compromete a liderar la evangelización de los mapuches, la guerra defensiva no prospera y retornan los enfrentamientos. Entre 1625 y 1639, se retoma la ofensiva española aplicándose nuevamente la cédula de 1608, pero no se logra progreso alguno, ni para españoles, ni para mapuches. Entre 1639 y 1655 se inicia otro período, caracterizado por los llamados parlamentos, reuniones entre los dos bandos en donde los españoles reconocen implícitamente la soberanía mapuche y éstos por su parte se comprometen a permitir el ingreso de evangelizadores a su territorio. Esta modalidad, iniciativa de los jesuitas, es utilizada en numerosas ocasiones durante el dominio español, pero no resulta completamente exitosa, ya que los mapuches no cuentan con una unidad política. Por lo mismo la validez de los parlamentos depende de quienes participan en ellos.
La incorporación de La Araucanía al territorio nacional vendrá mucho después, cuando el sistema de dominación española ya no esté presente en el territorio americano.

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